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- Escrito por José Luis Fernández Castillo José Luis Fernández Castillo
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Presentación de la pionera revista Encuentros en Catay, en su número 29, de 2015-2016. En la Universidad Fujen. Sábado 26 de marzo de 2016.
Pese al desdén con el que el mundo académico de las humanidades ha contemplado siempre la economía capitalista, lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, muchas publicaciones universitarias han sucumbido a una de las principales tendencias del mercado: la constante necesidad de novedad, el afán por adoptar metodologías críticas, modas temáticas, enfoques teóricos que, una vez consolidados, pierden rápidamente su eficacia y frescura para devenir mecánicas metamorfosis de lo mismo.
No es ciertamente el caso de Encuentros en Catay, cuya singladura alcanza ya el número 29 fiel a sus postulados originarios de constituirse en sólido puente entre remotas culturas y tiempos: extremo oriente y occidente, tradición y modernidad. Sus páginas acogen la actualidad imperecedera de lo genuinamente antiguo al tiempo que ayudan a pensar las fragilidades de nuestro tiempo presente, y de ese afán abarcador e híbrido proviene acaso la originalidad mayor de la revista: esa condición exótica que la convierte en una labor cultural única en el ámbito del hispanismo. Sólo en Encuentros en Catay podríamos encontrar reunidos -como en este número 29 que ahora presentamos- un reinterpretación feminista del concepto chino de yin-yang (Ya-hui), un estudio sobre la presencia de China en la obra de Lorca y Alberti (Balcells), un homenaje a Miguel Hernández que compendia aportaciones decisivas para el estudio de su relación con José María Cossío y su poesía taurina (Balcells, Moreno Ayora, Puerto), un trabajo historiográfico de primer orden sobre la convulsa política taiwanesa de los años ochenta (Sanmartín Bastida), una reflexión sobre la poética de la naturaleza en siete poetas chinos (Núñez Ortiz), un ensayo sobre locura y lectura en el Quijote y en el mundo contemporáneo (Ramos) y una semblanza breve pero intensa del pensamiento de Gustavo Bueno (Izquierdo), entre otras felices contribuciones.
Encuentros en Catay suma poesía y tauromaquia, como ya hiciera la desaparecida revista Quites (1982-1992), pero además añade toda una constelación de inquietudes muy diversas, que a veces adoptan un exquisito formato académico y otras exploran los dominios de un ensayismo más libre y creativo. Hemos de agradecer, a este respecto, que el hispanismo que acogen las páginas de Encuentros en Catay halle ciertamente uno de sus enclaves esenciales en el arte de la tauromaquia y en todo cuanto desde ella irradia a los distintos ámbitos de la cultura, sea en las artes plásticas o en la expresión verbal. Ello máxime cuando es preciso hacer frente a ese constante cuestionamiento de nosotros mismos que padecemos los españoles, como terca recidiva, en este comienzo de siglo. Y puesto que los vientos de la corrección política soplan además contra de la fiesta nacional, qué mejor que entregarse al estudio de sus más profundos estratos culturales.
Junto a este número 29 de Encuentros en Catay ven la luz dos nuevas obras del catálogo de Ediciones Catay: la nueva traducción del Tao Te Ching debida a José Ramón Álvarez y Esencias de tauromaquia en la pintura taurina de Jacobo Gavira, de José Campos Cañizares. Director y subdirector de Encuentros en Catay respectivamente, ambos autores prolongan y consolidan en sus libros su labor de editores, en la medida en que realizan muy valiosas contribuciones en los ámbitos hermanados del hispanismo y la sinología. Mientras el profesor Álvarez marca un nuevo hito en la traducción de un texto intemporal y esencial, Campos Cañizares glosa la pintura de Gavira desde su profundo conocimiento del mundo de los toros. Saberes raros en nuestros días, ambos, que es preciso agradecerles a los dos, como es preciso agradecerles, por último -y habría aquí que sumar el nombre de Miguel Rubio, padre de Ediciones Catay-, su dedicación a esta revista que alcanza ya su número 29 atisbando un número 30 que, quién sabe, acaso se abra camino hasta esa red de redes donde se juega en nuestros días el futuro -siempre maltrecho, siempre promisorio- de las humanidades.