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El pasado 28 de octubre tuvo lugar, en el hotel Evergreen, la vigesimoséptima tertulia literaria de Taichung, esta vez, para hablar del libro de John Gray “El alma de las marionetas”. El título parte de una metáfora recurrente en la teleología humana: la de marioneta ignorante movida por alguien o algo y la tesis de la obra es el cuestionamiento de la idea de libre albedrío, mediante el relato y la explicación de lo que, para el autor, son sus límites y contradicciones.
Para su desarrollo, siguiendo el método unamuniano -“repensar los lugares comunes es el mejor modo de librarse de su maleficio” (“Viejos y Jóvenes”, 1903:262, publicado en Nuestro tiempo, año III, nº 26)-, el autor británico vuelve a repensar el tema del libre albedrío y, del mismo modo que el rector salmantino empleaba el aforismo cancroide (esto es, el aforismo obtenido de la inversión de otro aforismo) como fórmula de estimulación de pensamiento, Gray retruca el sentido de la metáfora de la marioneta: así, la idea tradicional de que no somos libres por ser marionetas la transmuta en, precisamente por no ser marionetas es por lo que experimentamos esa falta de libertad.
Para desarrollar sus planteamientos emplea fuentes religiosas, literarias y filosóficas. Esta fue, en general, la parte mejor valorada por todos los tertulianos pues, menciona bastantes personajes históricos y obras poco o nada conocidas por el público en general junto con la prosa del autor, agradable y amena.
No obstante, pese a ello, el libro no tuvo una buena acogida: para algunos, en su desarrollo realiza afirmaciones tajantes sin justificación previa o posterior desarrollo; para otros, su desarrollo carece de método claro y definido y, para otros, aunque presenta ideas interesantes y sugerentes, no acababan de ver la ilación entre algunas de las secciones del libro.
Ahora bien, como decía Unamuno no hay que leer un libro buscando “la confirmación de mis ideas, ni que el autor me convenza de las que expone, ni, en rigor, (…) [buscar] ideas, sino emociones y sugestiones” (“Ramplonería”, 1905:19, en Nuestro Tiempo, año V, nº 55) y el libro, en este sentido, lo consiguió ya que, el debate se alargó hasta pasadas las campadas de la medianoche.